La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán 

 

 

 

 

Un hombre solo muere cuando se le olvida

*Biblioteca Virtual       *La Guerra en Fotos          *Museos       *Reliquias            *CONTACTO                              Por Mauricio Pelayo González

Campañas de la Guerra

Campaña Naval
Campañas Terrestres
Unidades Militares
Escuadras
Música Alegórica
Libros de la Guerra del Pacifico
 

ocurrió un día como hoy

Documentos de la Guerra

Causas de la Guerra
Tratados
Partes Oficiales
Documentos
Relatos de Guerra
Condolencias

 

 

Cuando a tu paso tropieces con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL 79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas.

Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79

 

 

     Condecoraciones

 

 

 

 

 

 

10 de octubre de 1879

 

Movimientos de la Escuadra Chilena

COMANDANCIA GENERAL DE LA ESCUADRA

Antofagasta, Octubre 10 de 1879. — Señor Comandante General. Siguiendo las instrucciones supremas trasmitidas por el señor Ministro de Marina en nota, del 1° del presente Octubre, y después de haber rehuido un consejo de comandantes de los buques de mi mando, a que se asociaron el mayor de órdenes y el secretario de la Escuadra, zarpé a Mejillones a la 1.20 A. M. del día 2.

El Vapor Loa se separó del convoy en la boca de esa bahía. Marchó a Tocopilla llevando alguna carga a ese puerto y para tomar allí su guarnición.

Debía este vapor reunirse al convoy en un punto convenido.

La escuadra se hiso mar afuera, alejándose lo bastante para no ser vista de tierra y marchó en convoy durante el día 2, llegando el 3 al paralelo 18°. Se detuvo allí como a 60 millas al oeste de Arica, a fin de apresar las dos lanchas-torpedo de los blindados. En aquel punto se reincorporó el Loa trayendo la noticia tomada en un vapor de la carrera de que el Huáscar y la Unión habían salido de Arica conduciendo tropas hasta Iquique y zarpando enseguida de este puerto, al parecer con rumbo al sur.

Debía la escuadra en ese día emprender la marcha sobre Arica, llegar a este puerto en la primeras horas del día 4, y oculta en las sombras de la noche lanzar a la bahía las lanchas-torpedos y operar un ataque sobre os fuertes si encontraba allí naves importantes de la marina de guerra peruana.

Un pequeño contratiempo atrasó por un día a realización d ese pan. Cuando en a tarde de día 3 se izaba de a bordo de Banco Encalada y para poner a flote a ancha que debía llevar torpedos en convoy con a de Cochrane, faltó uno de los cabos que suspendían esa lancha, cayendo sobre a cubierta del blindado. En su caída rompió su quilla y abrió una vía de agua, en cuya reparación emplearon algunas horas. Este contratiempo me obligó a dejar la operación proyectada para la noche siguiente.

En efecto, el día 4 a las 3.30 P. M. comenzó la escuadra a moverse en dirección a Arica. El Loa marchó adelante, estando encargado de remolcar las lanchas-torpedos hasta la distancia de seis millas del puerto. Debía llegar a esa distancia a las 2 A. M. del día 5, desprenderse de allí las lanchas y marchar directamente al fondeadero de Arica para aplicar sus torpedos. Esta operación debía de practicarse antes de la claridad del día revelase al enemigo la próxima presencia de la escuadra.

A las 4.30 A. M. de aquel día la escuadra llegó a la vista del puerto enemigo. Se replegó a ella el Loa, dando noticias de haber soltado las lanchas-torpedos como a las 3 A. M. y calculando hallarse de la bahía a la distancia de las seis millas convenidas.

La claridad del día, notable ya poco antes de las 5 A. M., vino a revelarme que la aplicación de los torpedos había fallado.

Nuestras lanchas volvían no habiendo podido alcanzar al fondeadero de Arica sin ser apercibidas. A causa de la bruma densa de la costa, se desprendieron del Loa a mu­cha mayor distancia de la acordada; de manera que, aun­que forzaron sus máquinas, no pudieron llegar al sitio donde debían aperar antes de que la luz de la mañana de­nunciara su presencia.

Frustrado el ataque de torpedos, quedaba el ataque fran­co a los buques de guerra enemigos en aquel puerto. Para este fin la escuadra se aproximó lo bastante a la bahía y tuvo la completa seguridad de que ni el Huáscar, ni la Unión se encontraban en ella. El único buque de guerra peruano allí presente era la Pilcomayo. Hallábase también el monitor Manco Cápac al parecer anclado muy cerca de tierra, como batería flotante.

La declaración constante de varios pescadores tomados en aquella había establecido el hecho de que el blindado peruano y la Unión habían salido de ese puerto dos días antes con rumbo al Sur.

En estas circunstancias, las lanchas-torpedos se habían reunido a la escuadra y confirmaban las observaciones he­chas desde a bordo y declaraciones de los pescadores.

Para tomar una resolución creí conveniente convocar a consejo a los señores comandantes de los buques de la escuadra, al mayor de órdenes y al secretario. En esa deliberación se resolvió atacar Arica, considerando que, quedando libres en el mar el Huáscar y la Unión, no había, como buena operación de guerra, utilidad práctica en empeñar un combate con los fuertes, solo con la expectativa de dañar a un buque de tan poca importancia como la Pilcomayo. Se hizo presente, además, que aquellas naves perua­nas, todos los datos obtenidos, habían marchado al Sur y que era muy posible que se bollasen hostilizando la costa de Chile, y amenazando nuestros trasportes.

Se creyó, en virtud de esas consideraciones, que era con­veniente destacar hacia el Sur los buques más ligeros, y dejar al Blanco Encalada y a la Covadonga para que si­guiesen detrás a vista de la costa o para que intentasen en la próxima noche un nuevo ataque de torpedos sobre la Pilcomayo. Creyendo que esta última, operación sería in­fructuosa, a causa de la natural vigilancia del enemigo por la proximidad de nuestra escuadra, resolví seguir rumbo al Sur observando la costa.

Cuando los buques de esta Escuadra se movían hacía el Sur a la vista de Arica, la desprendiéndose de entre los buques mercantes en donde se hallaba abrigada, se destacó cómo en La corbeta O'Higgins, que es­taba en esos momentos más próxima al puerto, persiguió al buque enemigo, cruzándose algunos tiros de cañón. La Pilcomayo se apresuró a retirarse volviendo al fondeadero.

En esa misma noche comuniqué a la altura de Pisagua con un vapor de la carrera, en viaje de Valparaíso al Callao, y éste confirmó la noticia de que los buques de guerra peruanos habían salido de Iquique al parecer hacia las costas de Chile.

Continuando mi marcha sin novedad alguna entré a la bahía de Mejillones de Chile el día 7 del actual a las 9.40 A. M. En las primeras horas de la noche anterior habían entrado al mismo puerto el blindado Cochrane, la Corbeta O’Higgins y el vapor Loa, sin haber tenido ocurrencia alguna en su derrotero.

Dios guarde a V. S.

Galvarino Riveros

Al señor comandante general de marina.

***

 

 

 

 

Los Mutilados

 

 

Monumentos


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Viña Corral Victoria ;  Una Viña Patriota

 

 

 

 

 

© 2000 - 2017 La Guerra del Pacífico ; Los Héroes Olvidados www.laguerradelpacifico.cl

La primera y más completa web de la Contienda del 79

 

 

La pintura en la Guerra del Pacífico