La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán 

 

 

 

 

Un hombre solo muere cuando se le olvida

*Biblioteca Virtual       *La Guerra en Fotos          *Museos       *Reliquias            *CONTACTO                              Por Mauricio Pelayo González

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Cuando a tu paso tropieces con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL 79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas.

Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79

 

 

 

 

 

 

 

 

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PARTE DEL GENERAL ERASMO ESCALA

GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO DEL NORTE.

Antofagasta, agosto 30 de 1879.

Señor Ministro:

El 28 del presente a las 11 A.M. se avistó hacia la parte sur de este puerto el blindado peruano Huáscar. Después de haberse detenido más de una hora al habla con una nave mercante que acababa de zarpar de aquí, se dirigió al interior de la bahía, donde se encontraban ancladas la cañonera Magallanes, que se puso luego sobre su máquina, y el vapor armado en guerra Abtao, que estaba con la suya en refacción.

En expectativa de un próximo combate, se tomaron las medidas convenientes para que las tropas sufrieran lo menos posible si el enemigo hacía fuego sobre la población, y para que estuvieran en aptitud de prestar sus servicios en caso de producirse incendios. Las órdenes dadas fueron cumplidas con rapidez y serenidad, y a los pocos minutos todos estaban en sus puestos.

A la 1 P.M., el Huáscar llegaba próximamente a 4.000 metros del Abtao, cuando este buque rompió sus fuegos, siguiéndole un poco después la Magallanes y los dos cañones de la batería del sur. El monitor se detuvo algún tiempo conservando la misma distancia sin contestar nuestros disparos, hasta que, colocándose más al norte fuera del alcance de la batería mencionada, que por este motivo cesó de hacer fuego, rompió él los suyos sobre el Abtao, que ofrecía un fácil blanco acoderado del mejor modo posible para utilizar sus tres piezas de a 150. En el mismo instante la batería del norte entró en acción en apoyo de nuestros buques.

El cañoneo se sostuvo con más o menos vigor hasta las 3 P.M., hora en que se suspendió por ambas partes a causa de la gran distancia a que se había retirado la nave enemiga. A las 4 P.M., habiéndose ésta aproximado un poco más, abrieron las baterías nuevamente el fuego, no obstante de mantenerse siempre alejada entre 3.500 y 4.000 metros. En estas condiciones se continuó el combate por algún tiempo más, habiendo cesado del todo a las 5.15 P.M.

En tierra no hemos tenido que lamentar ni pérdidas de vidas, ni daños de ningún género; pero desgraciadamente no ha sucedido así a bordo del Abtao, donde cayeron dos granadas de segmento que ocasionaron la muerte del ingeniero 1º del buque, don J. Mary, la de dos soldados de la guarnición y de seis marineros, dejando tres más heridos de mucha gravedad, seis de menos peligro y un oficial contuso. Las averías causadas en el buque son de poca monta y podrán repararse con facilidad.

En la Magallanes no hubo novedad alguna.

Las punterías del enemigo fueron generalmente certeras y sólo dirigidas a los puntos desde donde se le hostilizaba. A pesar de la gran distancia a que siempre se mantuvo de nuestros cañones, varios de sus proyectiles hirieron su casco. Ignoro el daño que puedan haberle causado, pero es de presumir que no haya salido ileso.

Me hago un deber especial, señor Ministro, en recomendar con encarecimiento al ingeniero 1º del Abtao, don Juan Mary, muerto noblemente combatiendo por su patria adoptiva, que es la patria de sus hijos. Realza más este sacrificio la falta de estímulo que tiene el importantísimo aunque poco ostensible puesto de ingeniero en una nave de guerra, donde se corren los riesgos de los combates sin las recompensas de la gloria.

Por lo demás, tengo la satisfacción de poder decir a V.S. que los señores jefes, oficiales, marinería y tropa llenaron cumplidamente su deber, y que aquellos a quienes cupo la honra de tomar parte activa en el combate, se condujeron con la serenidad y bizarría que Chile tiene derecho a exigir de sus hijos.

La población no interrumpió sus ocupaciones ordinarias, y aún durante el conflicto se mantuvo en la más completa tranquilidad.

Todo lo que tengo el honor de participar a V.S. para que se sirva ponerlo en conocimiento de S. E. el Presidente de la República.

Dios guarde a V.S.

ERASMO ESCALA.

Al señor Ministro de Guerra.

***

PARTE DEL COMANDANTE AURELIANO SÁNCHEZ

COMANDANCIA DEL VAPOR ABTAO.

Al ancla, Antofagasta, agosto 31 de 1879.

Señor General en Jefe:

Tengo el honor de poner en conocimiento de V.S. todo lo ocurrido en el buque de mi mando el 28 del presente durante el combate habido contra el monitor peruano Huáscar.

El 28 del corriente, a las 11.45 A.M., se avistó un vapor al S.O., y resultando ser el Huáscar, que se dirigía a toda fuerza de máquina con rumbo a la bahía, me preparé para recibirlo, tocando inmediatamente zafarrancho de combate y presentándole la batería del costado de estribor.

A la 1.15 P.M., estando el enemigo a 4.000 metros de distancia de mi buque, rompí el fuego contra él, disparándole los tres cañonazos de a 150 con granadas de acero, y continué haciéndole fuego con balas de acero con carga de 30 libras de pólvora. Mientras tanto, se estrechaba la distancia hasta quedar el buque enemigo a 2.800 metros, distancia que mantuvo durante lo más serio del combate.

El Huáscar empezó a hacerme fuego con los cañones de a 300 con granada común y de segmento, dirigiendo todos sus tiros sobre el casco de mi buque con buena dirección y puntería.

Cuando el enemigo calculó con exactitud la distancia al punto en blanco por la inmovilidad de mi buque, en razón de tener la máquina en reparación, logró hacer penetrar en el casco del Abtao en poco intervalo de tiempo dos granadas de segmento de a 300, causándole grandes averías en la cubierta y muchas bajas entre muertos y heridos, como lo comunicaré más adelante en esta misma nota.

Una de las granadas penetró sobre el puente del comandante, donde me encontraba, y destrozó el piso, barandas de bronce y escalas, atravesando la chimenea de la máquina de parte a parte, rompiendo la amurada de babor en una extensión de seis metros, quebrando las bitas de fierro donde reventó, haciendo una explosión que produjo un incendio en la amurada, el que fue extinguido por las bombas, y por fin, hirió a siete individuos y mató a cinco, entre ellos al ingeniero 1º don Juan Mary.

La segunda granada penetró por el lado de estribor del palo mayor, atravesándolo de parte a parte, reventó haciendo explosión sobre la cubierta del combes a babor, destrozándola como un metro cuadrado e internándose en las carboneras de la máquina las rompió en dos partes. Sufrieron también averías por los cascos de las granadas el cuvichete de la máquina, puente del comandante, la canoa del comandante, chilleras de las balas y armerillos de los rifles. Esta granada mató a cuatro e hirió a cinco de gravedad, y al teniente 2º don Carlos Krug levemente.

El número de proyectiles disparados por el buque de mi mando fueron 42 de a 150, entre balas y granadas de acero. Hemos sufrido durante el combate de cuatro horas 22 bajas, de las cuales 9 muertos y 13 heridos.

Doy a continuación los nombres de los muertos y heridos:

MUERTOS

Ingeniero 1º Juan Mary
Capitán de alto Pedro Padilla
Marinero 1º Antonio Villarreal
Fogonero 2º Samuel Bársena
Fogonero 2º Augusto Espinosa
Carbonero Ricardo Briones
Grumete Manuel Hudson
Grumete Pedro N. Contreras
Grumete Juan de D. Arriagada

HERIDOS GRAVES

Marinero 1º Francisco Palacios, pierna derecha.
Marinero 2º Fidel Orellana, cráneo.
Marinero 2º Agustín Báez, una pierna y mano.
Fogonero 2º Belisario Abarca, en la cabeza.
Grumete Juan de D. Arias, pie derecho.
Soldado José Rojas Silva, brazo derecho.
Soldado Manuel Escudero, en la cabeza.

HERIDOS LEVES Y CONTUSOS

Teniente 2º Carlos Krug.
Velero 2º Juan Bondron.
Marinero 2º José Manuel Guajardo.
Grumete Maximiliano Pérez.
Corneta Manuel Gatica.

No debo omitir de comunicar a V.S. que suspendí el disparo de mis cañones cuando el Huáscar se ocultó de nuestra vista, colocándose entre los buques mercantes, dejándome con mis tres cañones cargados y listos para hacer fuego. El Huáscar gobernó enseguida hacia el norte y tiró de pasada dos granadas a las fortificaciones de este lado, retirándose inmediatamente de la bahía con el rumbo S.O. hasta perderse de vista.

Creo de mi deber manifestar a V.S. que el monitor Huáscar debe haber sufrido grandes averías en su casco, y sobre todo muchas bajas en su tripulación por los grandes movimientos y carreras que se veían cuando algunas de las granadas de este buque, Magallanes y fortificaciones de tierra barrían su costado y cubierta.

Me es satisfactorio recomendar a V.S. la buena conducta, calma, valor y energía que observaron los oficiales y tripulación que están bajo mis órdenes en el tiempo que duró el combate en defensa de nuestro pabellón.

Recomendaré a V.S. especialmente a los oficiales siguientes del buque de mi mando:

Teniente 1º Wenceslao Frías.
Teniente 2º Leoncio Señoret.
Teniente 2º Policarpo Toro.
Teniente 2º Carlos Krug.
Guardiamarina José L. Silva L.
Guardiamarina Luis Artigas.
Guardiamarina Pedro N. Martínez.
Guardiamarina Patricio Aguayo.
Guardiamarina Fernando Gómez.
Cirujano 1º Pedro V. O'Ryan.
Contador 2º Eliodoro F. Davenport.
Ingeniero 2º Pablo Rebolledo.
Ingeniero 2º Francisco Guzmán.
Ingeniero 3º Teodosio Mariscal.
Ingeniero 3º Narciso Silva.
Teniente de la guarnición Pío Guerrero B.
Ayudante de detall Malcom Mac Iver.

Concluiré haciendo presente a V.S. que el Ingeniero 1º don Juan Mary falleció al pie del cañón número 2, ofreciéndose voluntariamente a servirlo por no estar la máquina en movimiento.

Este Ingeniero contaba más de 25 años de servicios, y durante el tiempo que sirvió en nuestros buques su conducta fue intachable, siendo muy constante en el trabajo.

Este oficial deja a su familia en un estado lamentable y a una viuda con 16 hijos, la mayor parte pequeños.

Es todo lo que tengo el honor de poner en conocimiento de V.S. sobre el particular, a fin de que se digne conceder su aprobación a los procedimientos de que doy cuenta.

Dios guarde a V.S.

AURELIANO T. SÁNCHEZ.

Tengo el honor de transcribirlo a V.S. para su conocimiento y demás fines consiguientes.

Dios guarde a V.S.

ERASMO ESCALA

Al señor  Ministro de la Guerra.

***

PARTE DEL COMANDANTE GOÑI

COMANDANCIA GENERAL DE MARINA.- VALPARAÍSO, septiembre 3 de 1879.

El comandante de la corbeta Magallanes, en oficio fechado en Antofagasta el 29 de agosto último, me dice lo que copio:

"Con esta fecha digo al señor General en Jefe del ejército lo siguiente:

Paso a dar cuenta a Us. de los acontecimientos que tuvieron lugar el día de ayer.

A las 10 h. 30 m. A.M. se avistó un vapor al O. SO. que enseguida se reconoció ser el buque peruano Huáscar, el cual, lentamente, después de haberse puesto al habla con una barca francesa que en la mañana había dejado el fondeadero, se dirigía al puerto. A la 1h. 15 m. P.M., encontrándose ya a una distancia de 4.000 metros de nuestras respectivas posiciones, el Abtao rompió los fuegos de su artillería, que sucesivamente fueron seguidos por los de las baterías del sur y los de la Magallanes.

El Huáscar, que demoró algún tiempo para contestar, concretó primeramente sus fuegos a los buques, logrando después de algún tiempo meter dos granadas dentro del Abtao, que produjeron varias bajas y averías.

A las 3 h. P.M., el enemigo se alejó poco más de su primitiva posición, obligándonos a suspender el fuego, que una hora más tarde se renovaba, aunque solamente entre el monitor y las baterías del norte: el cañoneo de una y otra parte prosiguió a intervalos hasta minutos después de las 5 h. P.M., momento en que se suspendía definitivamente, y dos horas más tarde se perdía el Huáscar en dirección S.O.

Los proyectiles gastados por la Magallanes durante este cañoneo, se estampan a continuación:

Cañón de a 115:

7 granadas Palliser;

Cañón de 64:

12 granadas comunes (espoletas de servicio general).

La amplitud de nuestras distancias fluctuó entre 4.000 y 3.000 metros.

No hemos experimentado la menor novedad.

La oficialidad y tripulación cumplieron con su deber a mi entera satisfacción".

Lo transcribo a Us. para su conocimiento y demás fines.

Y yo a Us. para los mismos fines.

Dios guarde a Us.

JOSÉ A. GOÑI.

Al señor Ministro de Marina.

***

PARTE DEL CORONEL JOSÉ VELÁSQUEZ

BATALLÓN DE ARTILLERÍA DE LÍNEA.

Antofagasta, agosto 29 de 1879.

Con fecha de hoy digo al señor general en jefe lo siguiente:

Tengo el honor de dar cuenta a V.S. de que el día de ayer, habiéndose presentado el blindado Huáscar en esta rada, se rompieron los fuegos sobre él a las 1 3/4 P.M. con las baterías de costa, al propio tiempo que lo hacían los buques de la armada surtos en el puerto. Estos fuegos duraron hasta las 3 P.M., hora en que habiéndose hecho muy afuera el enemigo, se juzgó inútil continuar disparándole. Esta suspensión duró una hora más o menos; y habiendo vuelto a aproximarse el Huáscar, se rompió el fuego por espacio de tres cuartos de hora. Nuevamente volvió el blindado a ponerse fuera del alcance útil de nuestros cañones, pues nunca estuvo a menos distancia, y habiéndome ordenado V.S. con este motivo cesar el fuego, no hubo oportunidad de reanudarlo, pues luego llegó la noche y hoy el enemigo no amaneció en la bahía.

En el primer disparo hecho con el cañón de a 300 libras, éste se volcó con cureña y marco a causa de haber fallado los topes; más con satisfacción digo a V.S. que, gracias a haber trabajado toda la noche a fin de volver a montarlo, este cañón está ya hoy en estado de servicio. Cien hombres del batallón Artillería Naval concurrieron a este trabajo.

Una batería de campaña Krupp se situó convenientemente al lado sur de la población.

Me reservo dar cuenta a V.S. por separado de los proyectiles consumidos como también una lista de los oficiales bajo cuya dirección estaba la artillería durante el fuego.

Lo que transcribo a V.S., agregando que el número de proyectiles disparados ayer se eleva a un total de 46; de éstos, 38 de 150 libras, 1 de a 300 y 7 de campaña Krupp.

En las baterías de Bella Vista se encontraron los siguientes oficiales:

Teniente coronel graduado don José Manuel Novoa, capitán don Exequiel Fuentes, teniente don José J. Flores, y alféreces don José Manuel Ortúzar, don Lorenzo Sir, don Manuel H. Maturana y don Santiago Paz.

En la batería del centro: capitán don Delfín Carvallo, teniente don Pablo Urízar, don Jorge Koeller Baunen y alférez don José A. Errázuriz.

En la batería del sur: capitán don Benjamín Montoya y alféreces don Juan B. Cárdenas y don Jesús M. Díaz.

En la batería de campaña Krupp: capitán don Santiago Frías, tenientes don Eulogio Villarreal y don Abelardo Gallinato

***

PARTE DEL COMANDANTE MIGUEL GRAU

COMANDANCIA GENERAL DE LA 1ª DIVISIÓN NAVAL

A bordo del Monitor Huáscar.- Al ancla, Arica, agosto 31 de 1879.

Señor contralmirante comandante general de las baterías y fuerzas de la plaza.

Señor comandante general:

El 22 del presente a las 3 h. 30 m. A.M. zarpé de este puerto con este monitor y el transporte Oroya en cumplimiento de las instrucciones que se dignó impartirme el Excmo. Señor general supremo director de la guerra.

Conservando convoy me dirigí al sur y llegué al puerto de Pisagua a la 1 h. P.M. del 23, de donde comuniqué por telégrafo con el capitán del puerto de Iquique a fin de continuar el viaje con la oportunidad determinada por las mencionadas instrucciones. Conseguido esto a las 4 h. 30 m. P.M. me dirigí a Iquique y fondeé en él a las 8 h. 30 m. P.M. Aquí, después de comunicar con tierra, recibí las últimas instrucciones de S.E. y zarpé a la 1h. 45m. A.M. con rumbo al sur.

Sin novedad alguna llegué a la punta Jara a las 4 h. P.M. del 24.

Estando en esta altura avisté un vapor que salía de Antofagasta, y que pronto reconocí ser el Ilo. Mandé un oficial a su bordo para que practicase la visita de guerra.

A las 10 h. P.M. llamé al comandante del Oroya y le ordené que se conservara con su buque a la altura de Antofagasta, ejerciendo la vigilancia debida, mientras el Huáscar permaneciese dentro del fondeadero. Todo prevenido, a la 1 h. A.M. me dirigí a él.

Los buques del enemigo Magallanes y Abtao, el transporte Limarí y otro vapor pequeño se encontraban anclados detrás de los mercantes y muy próximos a tierra. En el momento que atravesaba la primera línea de ésta se dio señal de alarma por medio de un cohete de luces que partió de una embarcación menor, probablemente la de ronda. Continué sin embargo internándome por entre los buques con alguna dificultad en busca de los enemigos que, proyectados sobre tierra, era difícil ver en la oscuridad hasta llegar de 300 a 400 metros de ellos.

En tal situación no era prudente atacarlos con el ariete, porque fondeados inmediatos a los arrecifes del norte y del sur que forman la poza, en la oscuridad de la noche, y entre catorce buques mercantes que llenaban el fondeadero, se hacía inseguro gobernar con acierto para llegar hasta ellos, aparte del peligro que se corría de chocar en una roca.

No podia tampoco hacer uso de la artillería, porque ya estaba aclarando el día y era comprometido trabar combate en medio de buques neutrales, a los que podía ocasionarse algún daño de consideración.

Tuve, pues, que retirarme a las 6 h. A.M. por no ser ya conveniente la permanencia del buque en ese lugar; y media hora después que estuve fuera de tiro de los buques, salí del puerto gobernando en demanda del Oroya, al cual me uní a las 7 h. 15 m. A.M. y seguí en convoy con él en dirección al puerto de Taltal.

El 26 a las 8 h. A.M. llegamos a este puerto, y se tomaron en él nueve lanchas de las que estaban a flote, dejando dos que se encontraban cargadas con mercaderías; , seis de ellas, las que se encontraban en buen estado, fueron amarradas a remolque del Oroya, y las tres restantes destruidas. También se tomó una lancha a vapor que estaba varada, y a la cual intencionalmente se le había destapado por los enemigos las cajas de estopa de la chumacera de la mariposa; se trajo al costado del buque haciendo mucha agua, y a pesar de los esfuerzos que se hicieron fue imposible evitar que se fuera a pique. En este puerto se encontraban fondeados dos buques mercantes alemanes cargando salitre, el vapor inglés Chala y un pontón abandonado y sin pabellón alguno. Por los primeros supe que el Blanco Encalada había estado en el puerto la víspera, y había salido el mismo día, según se decía, con dirección al sur.

A las 12 M. despaché al Oroya con destino a este puerto con las seis lanchas que antes he indicado, dando a su comandante órdenes de destruirlas en alta mar o echarlas al garete; enseguida me dirigí nuevamente al fondeadero, y saqué de él, a remolque, al pontón.

Fuera del puerto y tomando como blanco a este último, se hizo ejercicio de fuego de artillería durante dos horas, después de cuyo tiempo se le acabó de destruir.

En la noche de este día he mantenido al buque cruzando, como a veinticinco millas frente a Taltal, en cuyo crucero encontré y reconocí a la barca norteamericana Isaac Hall, que procedente de Tocopilla se dirigía a ese puerto.

Al amanecer del 27 hice rumbo al norte, recorriendo la costa muy próximo a ella, para reconocerle, entrando en el trayecto en los puertos Blanco Encalada y Cobre; y desde la puesta del sol mandé disminuir el andar de la máquina a fin de pasar la noche a barlovento de la entrada de Antofagasta.

A las 11 h. A.M. del 28 avisté dentro de la ensenada de este último puerto, un buque que navegaba a la vela; me dirigí al él y mandé reconocerlo. Este buque que había salido del puerto en la mañana, era la barca inglesa Birkly, que cargada de salitre se dirigía a Falmouth Plymouth Cork por órdenes.

Terminada la visita de guerra a este buque, me aproximé al fondeadero, para observar a los del enemigo y con la intención de rastrear el cable telegráfico si era posible; pero, a la 1 h. 35 P.M. cerca de él, fui sorprendido por los disparos de artillería de los buques enemigos. Inmediatamente se tocó zafarrancho y rompí mis fuegos a las 2 h. P.M. Desde ese momento se trabó un sostenido combate entre este buque por una parte y las baterías y buques del enemigo por otra.

Se componían las primeras, al parecer, de cinco cañones, uno de ellos del calibre de a 300, en el lado norte de la población, y cuatro de a 150 en dos baterías situadas en el centro y sur de ella. El Abtao con su máquina apagada presentaba su costado con tres cañones de a 150, y se movía a espía para hacer fuego, y ocultarse enseguida tras de los buques mercantes situados en el fondeadero, y finalmente la Magallanes hacía igual maniobra mediante su máquina, para disparar su cañón de a 115, el de a 64 y los de menor calibre con que estaba artillada.

La distancia que en el principio me separaba de los enemigos era de 3.000 yardas, según las indicaciones del micrómetro, y las punterías de éstos, todas bien dirigidas, pasaban sobre el Huáscar a corta distancia. A las 3.16 P.M. me acerqué más al fondeadero, buscando una dirección clara, a fin de dirigir mis fuegos sobre los buques enemigos, ocultos entonces detrás de los mercantes; pero éstos habían suspendido ya sus fuegos y a las 4.15 P.M. estando a 2.300 yardas de distancia, volvieron a disparar, sólo las baterías, y se trabó nuevamente combate con ellas por no poder dirigir nuestras punterías sobre aquellos sin herir a los mercantes. A las 5.30 P.M. cesaron los fuegos de tierra completamente a pesar de haber hecho el buque de mi mando los tres últimos disparos.

El número de tiros hechos por las baterías y buques ha sido el de 110 en el mismo tiempo que éste sólo ha hecho 26 con los cañones de a 300 y 2 con los de a 40, en razón a que hallándose la mar picada, se experimentaban fuertes balances que dificultaban las punterías y era necesario esperar los sajíos y las oportunidades convenientes para dirigirlas. De aquellos sólo una bomba ha tocado a este buque, proveniente del cañón de tierra de a 300. Este proyectil atravesó la chimenea a cuatro pies de altura sobre la cubierta rompiendo la cadena que sirve para izarla y la brazola de babor del escotillón de las calderas, tocó después en la cubierta y estalló causando ligera avería en ellas, y arrojando al agua una percha colocada allí. A consecuencia de la explosión desapareció completamente el teniente 2º don Carlos de los Heros, que se encontraba en ese lugar, y fue herido por las astillas el marinero alumno de la Escuela de Condestables Alcides Gutiérrez.

Al dar a V.S. cuenta de la pérdida de aquel inteligente oficial, me siento vivamente impresionado, recordando los méritos personales que le adornaban y la celosa puntualidad que en todas las ocasiones del servicio ha manifestado para cumplir con su deber; así como el valor y la serenidad que ha desplegado en las acciones de armas que ha tenido este buque en la presente campaña.

Adjunta encontrará V.S. la relación de los jefes, oficiales y tripulación que se ha encontrado presentes a bordo en el momento de este combate, y me es satisfactorio asegurar a V.S. que todos se han distinguido en el cumplimiento de sus deberes.

A las 10 P.M., estando aún dentro de la ensenada, se avistó un vapor por el lado del sur. Suponiendo que fuese el Blanco Encalada salí a reconocerlo; pero debido a la oscuridad de la noche se perdió de vista y probablemente entró al puerto, a juzgar por un cohete de luces que vimos salir de ese lugar. Permanecí sin embargo cruzando en la boca de la ensenada hasta la 1.30 A.M. del 29 que me dirigí al norte.

A las 9.45 A.M. del mismo día entré al fondeadero de la guanera de Mejillones de Bolivia, tomé una lancha a vapor, y con ella a remolque continué mi viaje próximo siempre a la costa. A las 2.40 P.M. entré a Cobija, en donde se encontraba anclada la cañonera de guerra francesa Decrés, y a las 5.55 P.M. a Tocopilla.

En este último puerto tomé cuatro lanchas que estaban a flote, y se pasó la visita de guerra a los tres buques mercantes que se encontraban en su fondeadero. Por ellos me he informado de que en la mañana de este día se habían internado con dirección a Calama más de 200 hombres de la fuerza enemiga, conduciendo algunos artículos de guerra, carretas y herramientas y he podido ver desde el buque que existe en la población una partida de 400 a 500 mulas.

Continué mi viaje al norte y llegué al puerto de Iquique ayer a las 5.15 P.M.; allí se encontraba fondeada la fragata de guerra norteamericana Pensacola.

Después de comunicar por telégrafo para tomar órdenes del Excmo. señor general director de la guerra y de recibir a bordo por disposición del señor general en jefe del ejército del Sur a los señores pasajeros que constan en la relación adjunta, zarpé con dirección a este puerto en el que he fondeado hoy a las 5 P.M.

Todo lo cual tengo el honor de participar a V.S. para que por su conducto llegue a conocimiento del Excmo. señor general presidente director de la guerra.

Dios guarde a V.S.

S.C.G..- MIGUEL GRAU

 

 


 

 

 

 

 

 

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