La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán
Un hombre solo muere cuando se le olvida |
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*Biblioteca Virtual *La Guerra en Fotos *Museos *Reliquias *CONTACTO Por Mauricio Pelayo González |
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CANTINERA JUANA ALCAÍNO IBARRA
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Cuando a tu paso tropieces con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL 79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas. Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79
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Esposa de un soldado
En
el mes de junio de 1925, se acercó a un cuartel del Ejército de Chile
una anciana vestida en harapos y que se notaba inmediatamente que era
ciega.
Visiblemente necesitada, no solo de recursos económicos, sino también de
alguien que escuchara a historia. El sub oficial a cargo la tomó del
brazo, le acercó una silla y acercándole un vaso de agua, le pidió le
contara su historia.
La
anciana no esperó un segundo, suspiró y comenzó a relatar su historia.
Mi
nombre es Juana Alcaíno Ibarra, a estas alturas de mi vida me dedicada a
lavandera, en mi domicilio de calle Barros Arana 866 en la ciudad de San
Bernardo.
Aunque ha pasado mucho tiempo de lo ocurrido, no quiero dejar este mundo
sin antes dejar perpetua memoria parte importante de mi vida.
Fui
casada con don Roque Rejas, en cuyo matrimonio no hubo descendientes. Mi
querido Roque hizo la campaña sobre Lima en la Guerra del Pacífico, como
sargento 1° del Batallón Cívico Movilizado Victoria, encontrándose en
las grandes batallas de Chorrillos y Miraflores.
Aunque no lo crean, acompañé a mi esposo en todas las peripecias de esa
campaña y también me encontré en las mencionadas batallas de Chorrillos
y Miraflores, feliz de poder servir a mi patria.
Terminada la campaña regresé al país, junto al batallón a que perteneció
mi marido y nos avecindamos en San Bernardo, donde vivimos con mi esposo
hasta el año de 1890 más o menos, fecha en que él se trasladó a Iquique
en busca de trabajo, pues, aquí llevábamos una vida estrecha.
Desde esa fecha, en que partió n busca de un futuro, es que nunca más
tuve noticias de él.
La
vida seguía dándome la espalda, y en 1891 perdí la vista quedando
completamente ciega.
Años
después tuve conocimiento que mi esposo había muerto en Iquique en el
año de 1898 de Tisis, y desde ese entonces vivo aquí totalmente
desvalida y vivo de la caridad pública.
Muchos de los veteranos del 79 que viven en esta ciudad, especialmente
los que pertenecieron al Victoria, me conocieron en campaña y les consta
que junto a mi marido nos encontramos en Chorrillos y Miraflores.
El
militar la miraba con mucho cariño y admiración, no pudiendo al escuchar
a la hermosa anciana, contener la emoción, le dice que para que el
Estado la pueda ayudar, se necesita un poco más que su palabra. No
alcanzó a terminar de decir esto, cuando ingresan a la oficina los
veteranos del 79 José Gregorio Díaz, Juan Crisóstomo Castro, Ismael
Maldonado, Jerardo Besoain y varios ex soldados más, con sus mejores
tenidas y adornadas con sus medallas, para acreditar con sus testimonios
la veracidad de todo lo contado por a venerable anciana.
Tras
los relatos de cada uno de dichos héroes, el militar asegura que es
acreedora del montepío que e corresponde por ser viuda de un héroe del
79, quizás sin recibir mayor premio a su propia patriótica actuación.
Más
de 40 años se demoró el estado en apoyar a una de las reliquias
vivientes que dieron tantas glorias a Chile, y no solo a ella, sino que
a miles de veteranos más.
Se
alejó humilde del cuartel, rumbo a San Bernardo, rodeado de sus
compañeros de armas, para morir solo 5 años después en su ciudad el 19
de Junio de 1930.
Por
Mauricio Pelayo González
Un
hombre solo muere cuando se le olvida..... |
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