PARTE
PASADO POR EL SEÑOR CORONEL JEFE DE ESTADO MAYOR GENERAL.
Benemérito señor general de
división, general en jefe del ejército.
Un acontecimiento sin
nombre en la historia, un hecho sin ejemplo, contrario a las leyes de la
guerra, y aun a las leyes de la humanidad, digno únicamente de los vándalos
de la edad media, tuvo lugar en la noche de ayer de las 7.30 hasta las 9 y
20 P.M. Cuando el pacífico vecindario se entregaba al descanso de sus
tareas ordinarias, y cuando las fuerzas del ejército que guarnecen la plaza,
ocupaban sus puestos de servicio; se advirtió a bordo de las naves
bloqueadoras que se encontraban al frente de la bahía un fuego nutrido de
fusilería que la oscuridad de la noche hizo imposible conocer su objeto,
interrumpido a intervalos por disparos de cañón. Concluido éste, principió
con más actividad el fuego de su gruesa artillería, ya con dirección al
puerto, haciéndose fuera a la mar media hora después.
El número de disparos de
cañón de diversos calibres ascendió al de 42, causando en el ejército y en
el vecindario, los estragos que se determinan en la relación que me hago el
honor de acompañar a U.S.
El examen de las causas que
hayan dado origen a este hecho tan inaudito y salvaje y los sucesos que se
desarrollen, únicamente podrían demostrarse; mientras tanto la forma con que
se ha revestido, autoriza a creer que continúan en su invariable conducta de
destrucción a mansalva y sobre seguro, emprendida ya en nuestros indefensos
puertos de Pisagua, Mejillones y Pabellón de Pica y que no siéndole posible
penetrar en el continente por la valerosa resistencia que les oponen
nuestros compatriotas, sacian por lo menos sus pasiones de este indigno
modo.
Las fuerzas del ejército se
retiraron a sus cuarteles a las 6 A.M. de la fecha; y dos horas después ha
vuelto a entrar en el puerto la escuadra chilena que lo abandonó después de
su original hazaña de la noche, faltando el blindado Blanco Encalada y el
transporte Matías Cousiño.
Nada más tengo que agregar
a U.S. que ha sido testigo presencial de estos acontecimientos.
Los señores jefes,
oficiales y tropa permanecieron dignamente en sus puestos, resueltos como
buenos a sacrificar su existencia en aras de la patria.
Dios guarde a U.S. B. S.
J. en J.
Santiago Contreras.
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RAZÓN DE LOS MUERTOS,
HERIDOS Y CONTUSOS QUE HAN RESULTADO EN LA NOCHE DEL 16 DEL PRESENTE, A
CONSECUENCIA DEL BOMBARDEO PRACTICADO POR LA ESCUADRA CHILENA SURTA EN ESTA
BAÍHA.
Muerto.
Francisco Vázquez, soldado
boliviano de la columna Tarapacá de la guardia nacional, por un casco de
bomba.
Heridos.
Don Enrique Osma, teniente
graduado subteniente, herido gravemente en la cabeza, perteneciente al
estado mayor general.
Contusos levemente.
Don José L. Torres,
teniente coronel, primer ayudante del estado mayor general.
Particulares de la
población.
La señorita María Pinto
herida en la cadera.
Tres niños hijos de doña
María Vilches, despedazados por una bomba que cayó en la pampa al lado del
Sur del pueblo.
Don Pedro Quinteros con las
dos piernas hechas pedazos.
Juana Cueva (boliviana) mal
herida en un brazo.
Don Mariano Toledo, natural
de Quito, con un brazo menos.
Don Manuel Matías Verdejo
mal herido en la cabeza.
Don Enrique Van-Buren
herido en el pecho.
Doña Petronila Nuñez
(anciana) gravemente herida.
A más de las desgracias que
arriba se puntualizan de que solo hasta ahora se sabe, la población ha
sufrido averías de consideración, como el local de la Aduana principal
fronteriza a la bahía donde está establecido el estado mayor general del
ejército, cuyas paredes, puertas y ventanas están hechas pedazos igualmente
que la iglesia matriz bandeada por una bomba.
Benemérito señor general en
jefe.
Santiago Contreras.
Iquique, julio 17 de 1879.
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PARTE PASADO POR EL SEÑOR
COMANDANTE GENERAL DE LA
5ª DIVISIÓN AL ESTADO MAYOR
GENERAL.
COMANDANCIA GENERAL DE LA
5ª DIVICIÓN.
Iquique, 17 de julio de
1879.
Señor coronel jefe de
estado mayor general.
S. C.
Con pesar pongo en
conocimiento de U.S. la muerte del soldado de la columna Tarapacá, Francisco
Vázquez, que hallándose de facción en la trinchera de la Aduana, fue
destrozado anoche por uno de los proyectiles de la escuadra enemiga.
Los señores jefes y
oficiales de mi división, durante el bombardeo, cumplieron bien con sus
deberes.
Haré
presente a U. S. que el sargento mayor don Juan Bautista Pinares, los
capitanes don Clodomiro Peña y don Felipe Santiago Rivero, sin colocación en
esta plaza, y el ciudadano don Víctor Manuel Pinares, hijo del primero, se
pusieron a mis órdenes para prestar sus servicios durante la noche.
Dios guarde a U.S.
José Miguel Ríos.
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PARTE DE LA SUB PREFECTURA
DE LA PROVINCIA.
Iquique, 17 de julio de
1879.
Benemérito señor general
prefecto del departamento.
B. S. G. P.
Más por cumplir con un
deber de fórmula, que por noticiar a U.S. del hecho que U. S. conoce mejor
que yo; tengo el honor de manifestarle que anoche a h. 7.10 P.M. se
sintió a bordo de los buques chilenos un nutrido fuego de fusilería,
precedido de un cañonazo, que a mi juicio, fue solo con pólvora, cuya causa
nadie acertó a reflexionarse. Un cuarto de hora después, sonó el primer
cañonazo disparado sobre la población, y a éste siguieron cuarenta y cuatro
más, distribuidos en todos sentidos, en razón de haberse desplegado los
buques en toda la extensión de la bahía. Los disparos fueron en su mayor
parte, de los cañones del mayor calibre que posee la escuadra bloqueadora.
El fuego de cañón terminó a las h. 9.45 P. M.
Adjunto a este parte, una
razón minuciosa de los muertos y heridos en el bombardeo de ayer.
Por lo
demás, me abstengo, señor general, de hacer apreciación alguna sobre tal
acontecimiento, tanto porque cualquiera sería débil para expresar la infamia
que encierra, cuanto porque U.S. en su alta penetración y habiendo sido
testigo ocular de él, lo apreciará como merece.
En cuanto a los daños
causados a los edificios, suministraré a U.S. a la mayor brevedad, una razón
exacta de su entidad y avalúo.
Dios guarde a U.S. S. G. P.
Francisco Layo
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