La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán
Un hombre solo muere cuando se le olvida |
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*Biblioteca Virtual *La Guerra en Fotos *Museos *Reliquias *CONTACTO Por Mauricio Pelayo González |
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PARTES OFICIALES DEL PRIMER COMBATE DE PUCARÁ |
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Cuando a tu paso tropieces con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL 79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas. Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79
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PARTE DEL CORONEL ESTANISLAO DEL CANTO Huancayo, febrero 7 de 1882. Señor General en Jefe: Cábeme la satisfacción de dar cuenta a usted señor de las expediciones practicadas por la división que me fue entregada el 1º del corriente por el señor coronel jefe de estado mayor general don José Francisco Gana. Encontrándose en Jauja el batallón Lautaro, cuatro piezas de artillería, 1.111 carabineros, y en marcha desde Tarma el batallón Tacna 2º de Línea, dispuse que el comandante González de artillería, marchase a la vanguardia al mando de 50 carabineros. Ese mismo día llegó a Concepción a las 3 P.M. y después de tomar pacíficamente el pueblo, situó sus avanzadas con el objeto de no abandonar ese pueblo y resguardarse del enemigo. La avanzada colocada en dirección a San Jerónimo, ruta que llevaba el enemigo, con pérdida de un cabo, y por nuestra parte el soldado de carabineros José Dolores Ríos. Considerando la forzadísima marcha que había hecho la tropa que me acompañaba, y en virtud de las instrucciones que tenía decidí acampar en una pequeña población denominada La Punta, con el objeto de dar aliento a los perseguidores, pues habían recorrido un trayecto de siete leguas, y esperar al coronel Robles que llegase con el Lautaro y su artillería; igualmente mandé al capitán de bagajes, señor Encina, para que con los bagajes necesarios llegase a Concepción a traer en sacos la carne cocida del rancho que había mandado preparar para la tropa. Como a las 4 A.M. del día 5 llegó este alimento y después de repartirlo a toda la tropa, emprendí la marcha en persecución del enemigo, pero ya con las noticias recibidas de que el coronel Robles con sus fuerzas me seguían. A las 7.15 A. M. divisé al enemigo; notando que en su campamento había movimiento, me aproximé a él, a una distancia de mil quinientos a dos mil metros; y ordené que las cuatro piezas mandadas por el sargento mayor don Rafael Gonzáles se colocasen en batería y rompiesen fuegos. Mientras tanto la vanguardia de infantería, precedida por cuatro carabineros y un cabo, seguían su marcha regular de observación del enemigo. Pronto regresaron los carabineros anunciándome que el enemigo se hacía fuerte en la entrada del pueblo denominado Pucará. En tales circunstancias, la descubierta de infantería recibió los fuegos del enemigo, fuegos que fueron contestados por los nuestros y que pronto recibieron el refuerzo de tres compañías del 2º de Línea, al mando del sargento mayor don Enrique del Canto.
El resto del 2º mandado por el comandante accidental de dicho
cuerpo, teniente coronel graduado don Eleuterio Dañin, ordené tomase
el flanco derecho del enemigo, por estar su retaguardia protegida
por un cerro que éste había descuidado tomar, tal vez con motivo de
su plan de retirada. Ya las fuerzas del coronel Robles estaban reuniéndose a las nuestras, y como el enemigo resistía en una segunda línea, dispuse avanzasen dos piezas de artillería; tomasen un lugar conveniente y disparasen sobre el enemigo, en razón de que la infantería y caballería eran importantes, por separarlas de una fragosa quebrada. En este momento entraba en combate otro medio batallón del 2º mandado por el comandante Danín y las primeras compañías del Lautaro. Iniciado este nuevo combate el enemigo resistió por unos breves momentos, pero luego se vio que sus tropas se dispersaban a derecha e izquierda, y entonces ordené al sargento mayor Roberto Bell que cargase con sus carabineros. Esta carga fue infructuosa, porque era imposible verificarla a causa de que el terreno no presentaba sino desfiladeros, sin embargo, nuestros infantes, bajo los fuegos de artillería, tomaron una segunda posición. Creímos que el enemigo se había dispersado por completo; pero resultó que 20 o 35 cuadras más atrás en un portezuelo de altura dominante, formaba su tercera línea. Era preciso atacar, y al efecto, volviéndose a colocar la artillería, reforzada con la que había traído el coronel Robles, en lugares convenientes y bajo los fuegos de ésta, avanzaron nuestras tropas, seguidos de una mitad de carabineros, al mando del alférez Álamos. La resistencia del enemigo era tenaz y bien ordenada; pero al fin nuestros soldados despejaron su frente. Tomada esta tercera posición, notóse dispersos entre los enemigos, y por prisioneros tomados entre los enemigos, supe que los batallones Lima y Zepita hacían fuego contra sus compañeros de los batallones Junín, América y Libres de Huancayo. La dispersión del enemigo era completa; nos separaba una honda y escarpada quebrada; la fatiga de nuestra tropa era notable; la distancia que teníamos que salvar para destrozar por completo al enemigo, era de gran magnitud, como también era largo el trayecto que teníamos que recorrer para encontrar recursos con qué reponer a nuestros soldados. Por otra parte, como ya las mismas tropas del general Cáceres se habían encargado del desempeño de nuestro rol, creí terminada mi misión. El resultado de este triple ataque ha sido que los enemigos se hayan disuelto por completo, pues el número de muertos que ha tenido lo conceptúo en ochenta o cien contándose entre estos varios oficiales y dos jefes, entre los cuales un teniente coronel, señor Navarro y no el coronel Tafur como antes se había dicho a V. S. Se han tomado al enemigo más de 100 rifles de diversos sistemas, sin contar muchos que se han dejado en el mismo campo, completamente inutilizados. El número de prisioneros es de 38, incluso dos oficiales; y me permito manifestar a V. S. que la mayor parte de la tropa tomada son unos infelices reclutados por fuerza y dá lástima su situación. Por lo que respecta a los heridos, el pueblo de Huancayo ha nombrado comisiones de la municipalidad, cuerpo sanitario y colonia extranjera para recogerlos. Nuestras bajas han sido: la pérdida del nunca bien sentido capitán del 2º de Línea don Manuel Antonio Baeza que murió heroicamente en el segunda ataque dado al enemigo, 13 soldados en el 2º y el Lautaro, también muertos, y 17 heridos. Los ignorados de que antes había dado cuenta a V. S., se han presentado a sus respectivos cuerpos. Por datos tomados de los prisioneros que concuerdan con las noticias que ya teníamos, las fuerzas del general Cáceres eran:
Artillería..................... 50 individuos. La artillería enemiga que constaría de cinco piezas, no entró en combate, porque se había mandado adelante desde el día anterior. Nuestras tropas se componían de la artillería, Carabineros y batallón Tacna 2º de Línea y Lautaro, con las fuerzas que V. S. sabe. Me permito recomendar especialmente al alférez del regimiento Carabineros de Yungay, don Ildefonso Álamos, que ha desplegado, desde el principio de la persecución al enemigo un celo en el cumplimiento de sus deberes, constancia y valor a toda prueba, según lo justifican los partes de los jefes de cuerpo que tengo el honor de acompañar a V. S., y personalmente he tenido ocasión de observar la exactitud de estos asertos, por lo que considero un estricto deber manifestar a V. S. que este oficial se ha hecho acreedor a un empleo superior al de su grado, a fin de que V. S., por estímulo del ejército y en pago a sus sacrificios, se sirva solicitarlo del Supremo Gobierno. No concluiré este martes, señor general, sin recomendar a V. S. al señor coronel graduado Eulogio Robles, al teniente coronel don Antonio González, el graduado de la misma clase don Eleuterio Dañin, a los sargentos mayores Enrique Canto, con especialidad por corresponderles triunfo especial en el ataque del pueblo, a don Rafael González, por su buena dirección en la artillería, y a don Rafael Bell. Igualmente, recomiendo a mis ayudantes, teniente Caupolicán Villota, subteniente don Eduardo Hurtado, teniente don Galo Irarrázaval, capitán Mac Cocheon y al capitán de bagajes don Feliciano Encina, que han desplegado una actividad digna de todo elogio en el cumplimiento de su deber. Los oficiales y tropas especialmente recomendamos en los partes de los jefes se consigne aquí sus nombres, pero refuerzo las recomendaciones, porque ellos se han sabido portar como soldados de honor en el lleno de sus deberes. Dios guarde a Us. ESTANISLAO DEL CANTO Al señor General en Jefe del ejército de operaciones del norte. *** PARTES OFICIALES PERUANOS *** PARTES DEL COMANDANTE PERUANO JOSE CÁCERES Estado Mayor del Ejército del Centro. Izcuchaca, Febrero 5 de 1882. Señor: En cumplimiento de mi deber, tengo el honor de elevar a vuestra señoría, parte circunstanciado de los sucesos militares ocurridos ayer en el pueblo y alturas de Pucará. A las 5.30 A.M. nuestras avanzadas, situadas en posiciones convenientes, dieron aviso de que las fuerzas enemigas adelantaban hacia nosotros por la ruta de Huancayo. En consecuencia, se dictaron las órdenes oportunas para practicar los debidos reconocimientos y adquirir la evidencia de la aproximación de las fuerzas chilenas. A las 6.30 A.M., es decir, una hora después cuando nuestro ejército se encontraba formado en columnas en la plaza del pueblo, el enemigo situó su artillería a cuatro cuadras de distancia y dio principio a un nutrido fuego de cañón y fusilería que destruyó parte de la iglesia matriz y algunas casas situadas en la misma plaza. Entonces ordenó su excelencia, el benemérito jefe superior, la retirada del ejército a posiciones ventajosas por estar allí mal situado, y dispuso que la 4ª compañía del batallón, al mando de su capitán Mariano Rodríguez y respectivos oficiales, bajase a la banda derecha del río para contener al enemigo y proteger el movimiento de nuestras fuerzas. Cuando el capitán Rodríguez bajaba a ocupar su puesto, el benemérito general jefe superior puso a mis órdenes la referida compañía, a efecto de dirigir las operaciones mandadas, advirtiéndome que tan pronto como nuestro ejército hubiese ocupado las posiciones dominantes de Pucará, me retirase en orden, haciendo siempre frente al enemigo. Para dar mejor cumplimiento a esta disposición y después de 15 minutos de tiroteo en las orillas del río, tomé la segunda mitad de la compañía y me parapeté en la plaza, a fin de proteger la retirada de la otra mitad, a la que di orden de contramarchar a la primera señal de mis fuegos. El capitán Rodríguez cumplió lo estrictamente mandado por mí, mientras yo tomaba posiciones más dominantes, él se constituyó en las que yo había dejado. Sin embargo, de que el fuego de nuestras guerrillas era bastante regular y sostenido, observamos que el enemigo nos flanqueaba por el ala izquierda, tomando el camino abrupto. En ese momento, el señor General en persona bajaba a darme la orden de retirada, y entonces yo me apresuré a alcanzarlo para recibir sus instrucciones y advertirle que nos encontrábamos casi cortados. El General, convencido de este peligro, mandó que su escolta, que se hallaba en una altura inmediata, rompiese sus fuegos sobre las fuerzas enemigas que nos amenazaban con ese movimiento envolvente. Estas fueron totalmente rechazadas pudiendo así salvarse la guerrilla comprometida. El benemérito General colocó por sí mismo guerrillas sucesivas en los diferentes puntos estratégicos de las alturas, ya del batallón Zepita, ya del Tarapacá, las cuales, después de cinco horas de combate, hicieron retroceder al enemigo de sus primeras posiciones. Mientras tanto V. S. al frente del ejército y cerrando la izquierda de la 2ª División, al mando del señor coronel Valdivia, en unión del señor coronel Morales Toledo, llevó a cabo la más honrosa y tranquila retirada, hasta colocarse a tres cuartos de legua del pueblo de Pucará, en posiciones donde desplegó V. S. las fuerzas en columnas paralelas para aceptar formalmente la batalla. Más como quiera que las guerrillas hubiesen apagado una hora después los fuegos enemigos, es decir, a las 12 M. V. S. continuó su marcha hasta llegar al caserío de Ñahuinpuquio, a las 12 M. donde tomó rancho el ejército prosiguiendo después la jornada hasta el pueblo de Izcuchaca. En cuanto al comportamiento observado por los jefes y oficiales durante el combate y el difícil y peligroso movimiento del ejército bajo los incesantes fuegos de artillería enemiga, a cada uno de sus tiros contestaban nuestros soldados con un "Viva el Perú", el benemérito señor General y V. S. mismo pueden apreciarlo debidamente como actores y testigos de los sucesos. Tengo la complacencia de anunciar a V. S. que mientras el enemigo ha dejado un inmenso número de cadáveres, insepultos y despojos de guerra, como armas y equipo, nuestras pérdidas han sido insignificantes, pues sólo han consistido en 21 individuos de tropa muertos y 24 heridos. Sensible es no saber si el teniente coronel don José A. Navarro se encuentra muerto, herido o prisionero. De los oficiales han sido heridos los tenientes don Manuel Montenegro, don Federico Morales y don Abraham Ballenas, y subtenientes Demetrio Macedo, de gravedad, don Manuel Bendezó, don Manuel Domínguez y don Ruperto Guerra. Dios guarde a V. S. muchos años JOSÉ CÁCERES *** PARTE DEL GENERAL ANDRES A. CÁCERES Izcuchaca, Febrero 6 de 1882. Señor Ministro: Por los partes que tengo el honor de adjuntar al presente oficio, vendrá V. S. en conocimiento de la función de armas de que fueron teatro el pueblo de Pucará y sus alturas, a pocas millas de Huancayo, entre el ejército de mi mando y una numerosa expedición enemiga, que vino amagándolo desde Pachachaca, alentado por su deficiencia a causa de los estragos de la epidemia en la quebrada de Huarochirí, y por su aislamiento, con el propósito de cortarle la retirada y desorganizarlo merced a la acción de su poderosa artillería, y a la incomparable superioridad numérica de los elementos de que consta. El combate se abrió en la madrugada del día, de ayer y se sostuvo durante cinco horas por nuestras guerrillas, que se desplegaron con cinco compañías, contra más de 2.000 hombres de las tres armas. El resto del ejército verificó su movimiento de retirada en un orden sorprendente, que acredita su disciplina y moralidad a la vez que su coraje y entusiasmo, siendo, como V. S., no ignora la evolución militar más ocasionada a desórdenes y contrariedades una retirada al frente del enemigo. Apagados por nuestras guerrillas los fuegos de la línea chilena, el ejército del centro ha continuado avanzando hasta este distrito de donde contramarchará sobre el enemigo con los poderosos refuerzos que le esperan de Ayacucho y el Cuzco, salvo el caso de que circunstancias imprevistas obliguen a esta Jefatura a cambiar de determinación. Sírvase V. S., señor Ministro, elevar el contenido del presente despacho y de los documentos inclusos al conocimiento de S. E. el Vice-Presidente de la República, dignándose asimismo aceptar los respetos de su obsecuente servidor. Dios guarde a V. S. ANDRES A. CÁCERES. Al señor Ministro de Estado en el despacho de Guerra. ***
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