Diario el Eco de
Junín, Agosto de 1882
Según las disposiciones del
General en Jefe, el coronel Gastó, comandante general de la División de
Vanguardia, atacó en la tarde del mismo 9 a la guarnición de la ciudad de
Concepción, la misma que sucumbió por completo, sin que se salvase ningún
Jefe, oficial ni soldado.
La guarnición de Concepción
constaba de 100 hombres, al mando del Comandante Carrera Pinto, sobrino de
Don Aníbal Pinto, ex- Presidente de Chile.
Este jefe murió heroicamente
defendiendo el puesto que le había sido confiado, dando ejemplo de valor a
sus subalternos, que se batieron hasta el último momento, haciendo frente a
nuestros soldados que competían en arrojo y decisión con enemigos dispuestos
a vender caras sus vidas; peruanos y chilenos lucharon con denuedo y
encarnizamiento.
Las fuerzas chilenas,
situadas en su cuartel, en vano trataron de buscar una salida. Los nuestros
las rodeaban por todas partes; los soldados de línea haciendo un fuego
nutrido, mientras los guerrilleros con sus lanzas ultimaban a los que se
ponían a su alcance. El combate se decidió por los nuestros, terminando por
el exterminio completo de la guarnición enemiga.
El comandante Lago quiso
conservar, la vida de 15 soldados chilenos que se habían entregado a
discreción, pero los guerrilleros, implacables en sus represalias, los
ultimaron al grito de " ¿ dónde están nuestras fatigas? , ¿Dónde están
nuestras mujeres y nuestros hijos? grito de desesperación salido del pecho
de las víctimas de Huaripampa, pueblo saqueado e incendiado por los
chilenos, en el que asesinaron hasta las familias que habían buscado asilo
en el templo. Era la pena de Talión aplicada a los que jamás han tenido
compasión ni aún para los pueblos inertes y sin defensa.
Los guerrilleros han estado
fuera de la ley; se les ha desconocido su carácter de beligerantes como
ciudadanos que defienden su patria. Todo el que era capturado se le pasaba
inmediatamente por las armas. Le tocó su turno, y entonces exigieron ojo por
ojo, diente por diente, devolviendo mal por mal.
Las persecuciones sufridas
por los indios los han impulsado a levantarse en masa ara desalojar al
enemigo común de los pueblos que ocupaban, siguiendo al ejército del Centro,
armado cada cual como podía.
La mayor parte de nuestros
guerrilleros no tenían mas armas que lanzas con las que se batían cuerpo a
cuerpo con los soldados chilenos, provisto de buen armamento y municiones a
discreción; fue también grande la mortandad de los nuestros.
Después del combate en
Concepción, nuestras fuerzas desocuparon la ciudad, emigrando con ellas sus
habitantes, temerosos de las represalias del grueso del ejército chileno,
que en retirada de Huancayo debía pasar por ese lugar.
Los chilenos derrotados en
el alto de Marcabaye y en el combate de Pucará, en su retirada hicieron alto
en aquella ciudad. Horroroso fue el espectáculo que se les presento al
entrar a Concepción, encontrando desiertas sus calles y sembradas de
cadáveres.
En la ciudad habían
permanecido apenas 20 habitantes, de los cuales 18 fueron pasados por las
armas inmediatamente, entre ellos un anciano señor Salazar, escapándose a
los cerros dos.
Todas las casas fueron
saqueadas e incendiadas por los chilenos al abandonar la población.
La ciudad de Concepción no
es hoy más que ruinas, de las cuatro manzanas de casas que se componía, no
existe ninguna en pié.
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