Expediente de
Don Martín Valderrama:
Señor Director de la Administración General
Del Ministro de Guerra.
Martín Valderrama, anciano patriota y servidor en la guerra internacional
del 79, como peruano, con el debido respeto me presento y expongo:
Que según consta en el expediente que sigo sobre reconocimiento de
servicios, la que se encuentran inscrito en el libro V a fojas 266, mes de
diciembre último; y que desde esa fecha consta mi inscripción, con el fin de
que se me reconozca mis servicios, prestados a mi patria, en la Guerra en el
año 1879, en Canta, lugar
de mi nacimiento, cuando tuve 22 años; cuando el coronel Vento, nos
encuarteló, tanto a mí como a muchos de mis paisanos, ó sea, más o menos á
doscientos hombres, á fin de ir contra el enemigo, que efectivamente al mes,
más o menos se presentó en la hacienda denominada "Sángras", en ese
entonces, siendo la fecha el 26 de junio de 1881, á horas mas ó menos, las
diez de la mañana, todo esto fue por una avanzada del enemigo, los que
fueron rechazados por nuestro batallón, como así la valentía del Coronel
Vento.
Así mismo debo manifestar que el avance contra el enemigo, lo hicimos á
hacienda "Sangras", á horas mas ó menos dos de la tarde, siempre respetando
las órdenes del Coronel Vento, pues, entramos y atacamos á los enemigos
pudiendo tomar solamente dos de ellos en nuestro poder, porque el pelotón
compuesto de 27 chilenos ya derrotados con su completo; en la casa de
calamina; estos fueron salvados por una enorme fuerza enemiga que vino de
Casapalca, en la noche; al saber que heran derrotados sus compañeros, los
que en seguida tomaron rumbo a Casapalca.
Entonces no quedó nada más á mí jefe Vento, y á sus subalternos, sino
regresar á nuestra provincia; es decir, respetando el comando y órdenes del
coronel Vento, por ya no tener al frente ningún enemigo chileno.
Una vez terminada la batalla de Sangras, uno de nuestros compatriotas
Nazario Chamorro, alcanzó a un chileno, el que se escapaba, pués, le dio
alcance, y queriendo vencerlo, Nazario le mordió la oreja quedando dentro de
sus dientes un pedazo; luego el chileno le dijo: cómete la oreja, pero no me
mates, esto fueron palabras textuales por el chileno enemigo, y oídas por mí
como, por
mis compañeros de ese entonces.
Después de dos meses, más o menos, llega a Canta el General don Andrés A.
Cáceres, con su Estado Mayor y con fuerzas compuestas de mas ó menos dos mil
hombres; estando nosotros á órdenes del coronel Vento, en el cuartel único
de Canta, donde llegó el Coronel Cáceres, poniéndose inmediatamente, el
coronel Vento nuestro jefe, á órdenes del general como á la tropa, la que
fue presentada y reconocida por dicho General Cáceres; acto continuo el
mismo general, presentó ante el Coronel Vento, como á la tropa, al señor
Coronel Mujica, quien era en ese entonces prefecto de Lima; entonces él de
acuerdo con el general y su Estado Mayor, reconocieron al Coronel Vento como
a nuestros soldados, lo mismo que a los demás ciudadanos de la provincia.
Para terminar con la presente exposición, debo decir, que terminadas las
luchas, y sufriendo nosotros, tanto; después del desastre por los enemigos,
yo como peruano y estando en mi edad, me obligué a prestar mis servicios en
defensa de mi patria, por que tenía todas mis facultades de buen peruano,
sobre todo fue mi deber tanto voluntario como obligatorio para ir contra el
enemigo.
Por lo expuesto:
A Ud., señor D.G. suplico, que por las exposiciones y que son la veracidad
de lo expuesto, como anciano que soy; espero alcanzar por equidad la gracia
de Ud., á fin de que en trámite que sea esta solicitud, por ser un anciano,
que como peruano desde joven presté mis servicios a mi patria; como también
hoy viejo admiro al mandatario supremo que se compadece y ampara siempre a
sus viejos patriotas como el que suscribe.
Lima 19 de Octubre de 1937
Firma: Martín Valderrama
Señor Presidente de la República:
Carmen Leonor Thompson viuda del que fue el Coronel don Manuel Encarnación
Vento, ante Ud. Con el mayor respeto me presento i digo:
Que mi esposo el Jefe citado, acaudalado en la época de la guerra con Chile,
dueño de la hacienda "Sangrar", situada en Canta i patriota reconocido por
la historia, tuvo la suerte de poner también a disposición de la Patria,
entonces, su sangre, su vida i sus intereses para desalojar al enemigo del
Centro de la República, en 1881, cuando comenzaba la invasión con sus
huestes numerosas i bien armadas. Así pues, señor Presidente, cuando se
trataba de reorganizar las fuerzas nacionales, derrotadas en las acciones de
armas de Chorrillos, San Juan y Miraflores, las mismas que en número escaso
se retiraban en dirección del Centro, con la esperanza bien fundada – dado
su valor i grandeza de espíritu – de devolver mas allá al enemigo la ofenza
de que fueramos objeto, llegaron dichas
pequeñas fuerzas en dispersión a los alrededores de Canta en donde se
proponían dar batalla al enemigo, sedientos como estaban de venganza ante
tanto ultraje. Entonces, mi esposo se ocupó de reorganizar aquellas
pequeñísimas fuerzas, con la cooperación de cuantos fueron buenos con la
Patria en aquellos dias, i cuando ya tenían reorganizadas las fuerzas que
número de 180 hombres constituían el batallón Canta recibió mi esposo la
notificación del enemigo de abandonar aquellos lugares, so pena de
arrazarlos en cuanto hicieran oposición. Tan burda amenaza, señor
Presidente, hirió lo más íntimo de su alma, i reunió mi esposo al grupo de
oficiales que dirijía, entre los que se hallaban los Comandantes Juan Oyague
i Hernán Villavicencio, los Capitanes Carlos Zuleta i
Victoriano Calderón, Tenientes Marcos Icochea i Práxedes Gitierrez i
Subteniente Pedro I. Patiñó, i lejos de amedrentarse resolvieron combatir al
enemigo invasor, ya que la guerra que él hacía era de muerte i exterminio, i
escurriéndose por la Cordillera de la Viuda fueron acercándose a la hacienda
"Sangrar" de propiedad de mi esposo
el Coronel Vento, hasta lograr darle batalla el día 26 de Junio de 1881,
tenaz i sangrienta, como fuera su deseo, i tras destruir a l Regimiento "Buin",
orgullo de su ejército, dio término a la misión que le había impuesto su
patriotismo, incendiando su propia hacienda en donde se había atrincherado
el enemigo. Esta acción que contra su
dolor tuvo que efectuar mi referido esposo, tenía que llevarla a cabo
siempre, porque se trataba de destruir al enemigo, que al no haberlo así
hubiera restado mérito al patriotismo de esos hombres valerosos i prestigio
a la Patria.
Así, pues, señor Presidente, ayer gozaba yo de comodidades, cuando mi pobre
esposo vivía, i aún después de haber sacrificado su fortuna en aras de la
Patria, en los dias de mayor prueba patriótica, i después de su muerte había
podido trabajar i ocuparme de algo, porque mis fuerzas todavía me prestaban
aliento; pero hoy que me encuentro en la miseria, completamente sin recursos
para mi subsistencia, ni apoyo alguno familiar siquiera, ya que muerto mi
esposo desapareció para mi todo amparo; ocurro a la benevolencia de Ud.,
señor Presidente, a fin de que se digne auxiliarme, como muy bien se ha
dignado Ud. Hacerlo con otras personas desamparadas, haciendo que se envíe
esta solicitud al Congreso para que ese Cuerpo Legislativo me acuerde la
pensión de montepío de Lp. 20.00 mensuales, o la que él creyera conveniente,
la misma que no sería una gran carga para el Estado puesto que mis días
están contados, i pueda, pues, gozar siquiera por muy poco tiempo de la
recompensa que el Estado hubo de acordar a mi querido esposo, por su
patriotismo, por sus desdichas i por la pérdida de sus propios intereses;
suplicando al señor Presidente se digne recomendar mi solicitud, que es
justa i equitativa.
Acompaño al efecto las partidas correspondientes que acreditan mi
personería.
Por tanto:
A Ud. Pido se sirva acceder a mi solicitud.
Lima, 20 de Noviembre de 1929.
Firma: Carmen Leonor T. Vda. De Vento.
Cortesía Juan Carlos Florez
|