Leoncio Prado nació en Huánuco el 24 de agosto de 1853 e ingreso al
Colegio Guadalupe de Lima a la edad de 9 años. Fue hijo del General
Mariano Ignacio Prado (presidente del Perú en los períodos 1865-1868
y 1876-1879) y de María Avelina Gutiérrez.
A los doce años, Leoncio Prado ya era cabo en el Regimiento de
Lanceros de la Unión. A los trece años dejó el Colegio Guadalupe
para combatir contra los españoles en la escuadra que navegó al sur
de Chile y participó en el combate de Abtao, fue ascendido a
Guardiamarina.
Luego participó en el combate del 2 de mayo de 1866 en el Callao y
fue asciende al grado de Alférez.
A los dieciséis años exploró las grandes vías fluviales de la selva
al lado de hombres como Tucker, Werthermann y Tabarra.
A los 21 años se marcha a Cuba para participar en la lucha por la
independencia del país caribeño, se convierte en un soldado de la
llamada guerra de los diez años. Estuvo entonces bajo las órdenes de
Máximo Gómez y al lado de jefes como Antonio y José Maceo, Guillermo
Moncada y otros en el frente de Oriente.
En noviembre de 1876, casi sin armas ni municiones Leoncio Prado y
otros diez hombres capturaron el vapor español "Moctezuma", izaron
la bandera cubana y rebautizaron a la embarcación con el nombre
"Céspedes".
Dos meses después en la bahía de Bragman, en Nicaragua, el
"Céspedes" es acosado por el enemigo, al verse acorralado fue
incendiado antes de que los españoles pudieran recapturarlo.
Leoncio Prado y sus escasos compañeros se internan por tierras
hostiles y hallan por fin albergue en el territorio de Honduras.
Alcanza el grado de Coronel.
La inquietud de Leoncio Prado le llevó a intentar una expedición
sobre Filipinas, a viajar por Europa y a predicar, de regreso a
Estados Unidos, nuevamente a favor de Cuba.
Cuando Leoncio Prado tenía 26 años, estalla la guerra con Chile y el
joven oficial regresa al Perú para defender a su patria.
Actuó en la marina y luego en el ejército, formando parte de las
guerrillas de Tacna.
También concurrió a la batalla del Alto de la Alianza, donde muere
su hermano Grocio Prado.
En Tarata fue tomado prisionero y remitido a Chile donde pasó la
etapa mas dolorosa de su vida. Con la promesa de que se abstendría
de seguir luchando, es puesto en libertad y regresa al Perú.
A pesar de su promesa, más pudo su amor a la patria que se
desangraba por lo que se fuga de Lima a Huánuco donde organiza nueve
guerrillas y actua en el ejército de Cáceres combatiendo como jefe
de Estado Mayor del ejército del Centro junto a los famosos "breñeros"
La "Campaña de la Breña" fue una guerra de desgaste llevada a cabo
en la sierra peruana por fuerzas irregulares, compuestas por
campesinos indígenas y montoneros pobremente armados, pero muy
valientes y decididos, que tuvieron a su cargo importantes acciones
militares que se prolongaron de abril de 1881 hasta septiembre de
1883.
De aquellos hombres escribió un autor chileno: ". Recorrieron sin
tregua ni descanso distancias enormes; pasando cordilleras cubiertas
de escasa nieve; atravesando caudalosos ríos, bosques primitivos y
superando vertiginosos desfiladeros. Ni el hielo de las cordilleras,
ni la falta de agua y víveres, ni la escasez de municiones y medios
de transporte para sus tropas, ni los descalabros sufridos; nada fue
bastante para doblegar su voluntad de acero, ni quebrantar sus
fuerzas físicas ni doblegar su energía".
No obstante los desastres sufridos en la Guerra del Pacífico, los
breñeros, al mando del General Andrés Avelino Cáceres, resistieron y
vencieron a los chilenos en las serranías.
La Batalla
de Huamachuco
El 10 de julio de 1883, la batalla de Huamachuco comienza
favoreciendo a las fuerzas peruanas, sin embargo, pronto se acaban
las municiones y los breñeros sufren su peor derrota.
Los peruanos perdieron en la lucha más de la mitad de sus efectivos,
incluidos la mayoría de sus jefes y oficiales. Algunas fuentes
calculan en mil los muertos y heridos.
El General Cáceres logra huir y continuó la lucha de la resistencia
peruana, pero el Coronel Leoncio Prado, herido gravemente en la
pierna, fue capturado pocos días después.
La orden
de ejecutar a todos los peruanos
El Coronel chileno Alejandro Gorostiaga empañó el triunfo obtenido
limpiamente por sus soldados en combate y ordenó la ejecución de los
prisioneros, incluso los heridos. Según sus argumentos, los miembros
de la resistencia peruana, que combatieron en Huamachuco, no eran
militares sino "guerrilleros" que no merecían el tratamiento
otorgado a combatientes regulares.
El
interrogatorio
El mayor chileno Anibal Fuenzalida narró al historiador Nicanor
Molinare que cuando interrogaron a Leoncio Prado del por qué había
incumplido su promesa de volver a pelear, Prado, afirmó "que en una
guerra de invasión y de conquista como la que hacia Chile y
tratándose de defender a la Patria, podía y debía empeñarse la
palabra y faltar a ella".
Según el oficial Fuenzalida, Leoncio Prado dijo que realmente había
dado su palabra cuando fue prisionero en junio de 1880 en Tarata,
sin embargo "me he batido después muchas veces; defendiendo al Perú
y soporto sencillamente las consecuencias. Ustedes en mi lugar, con
el enemigo en la casa, harían otro tanto. Si sano y me ponen en
libertad y hay que pelear nuevamente, lo haré porque ése es mi deber
de soldado y de peruano".
El
carácter del héroe
"Qué hombre tan simpático, tan ilustrado y atrayente (agregó, por su
parte Fuenzalida); encantaba conversar con él; de todo sabía; poseía
el inglés y el francés lo mismo que el español; y con él podía usted
hablar de artillería y tratar de cuestiones de guerra a fondo porque
era hombre instruido, de estudio y muy sabido".
El capitán Rafael Benavente hizo, por su parte, el relato de los
momentos que precedieron al fusilamiento y también de esta escena.
Cuando se le notificó cuál iba a ser su suerte, Leoncio Prado
manifestó que tenía derecho a morir en la plaza y con los honores
debido a su rango porque era Coronel y pertenecía al Ejército
regular del Perú, pero su pedido no fue atendido y se le indicó que
sería fusilado en su propia habitación.
Carta a su
Padre
Luego pidió un lápiz y escribió la siguiente carta:
"Huamachuco, julio 15 de 1883.
Señor Mariano Ignacio Prado. Colombia.
Queridísmo padre: Estoy herido y prisionero; hoy a las .... (¿qué
hora es? preguntó. Las 8.25 contestó Fuenzalida) alas 8:30 debo ser
fusilado por el delito de haber defendido a mi patria. Lo saluda su
hijo que no lo olvida Leoncio Prado".
La
ejecución
Antes de su ejecución, Leoncio Prado solicitó tomar una taza de
café.
Enseguida, cuando entraron dos soldados pidió que fuera aumentado su
número para que dos le tirasen a la cabeza y dos al corazón. Al ser
cumplido este pedido dio breves instrucciones a la tropa sobre la
trayectoria de sus disparos y agregó que podían hacer fuego cuando
hiciera una señal con la cuchara y pegase tres golpes en el
cachuchito de lata en el que había estado comiendo.
Se despidió enseguida de los oficiales chilenos, los abrazó, les
dijo: "Adiós compañeros". La habitación era pequeña. Al frente y al
pie de la cama se colocaron los cuatro tiradores y detrás de ellos
se pusieron los tres oficiales allí presentes. El Coronel Leoncio
Prado cumplió con dar las órdenes para la descarga. "Todos
llorábamos (manifestó Benavente) todos menos Pradito".
La
grandeza del héroe
Las hazañas de los héroes en las guerras las cantan y exaltan los
nuestros, el enemigo las calla o niega o disminuye presentando a
veces relatos prosaicos que manchan alevosamente o deshacen con
crudeza la poesía en ellas albergadas.
Sin embargo, todo lo que pasó en los momentos finales de Leoncio
Prado se sabe sólo por noticias emanadas de fuentes chilenas. No
hubo ni un peruano presente en sus últimos dos días y en su
fusilamiento.
El 15 de julio de 1883, se truncó la vida de un joven de vida
brillante y fecunda, de acción y de pensamiento; un héroe del Perú y
de la independencia americana, uno de los héroes más resaltantes de
nuestra nacionalidad.
Leoncio Prado no había cumplido aún los 30 años.