La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán
Un hombre solo muere cuando se le olvida |
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*Biblioteca Virtual *La Guerra en Fotos *Museos *Reliquias *CONTACTO Por Mauricio Pelayo González |
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MADARIAGA REYES, JOSÉ MARÍA |
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Cuando a tu paso tropieces con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL 79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas. Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79
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Nace el Illapel en 1842. Hijo de José Madariaga y doña María de Jesús Reyes. Como miembro del Servicio Religioso chileno participa en la campaña de Tarapacá. La mejor descripción de su desempeño. especialmente en el Asalto a Pisagua, la hace Nicanor Molinare de la siguiente forma: " Fray José María Madariaga, padre franciscano que ejercía su santo ministerio en el ejército, en calidad de capellán; y que, en Antofagasta, había llamado sobre sí la atención por su clarísima inteligencia y caridad sin límites. En los campos de instrucción y de los hospitales militares, Fray José María, se había dado a conocer como sacerdote ilustrado; y sobre todo, había demostrado una caridad evangélica, una constancia digna de elogios, para curar a nuestros soldados, consolarlos y confortarlos. Durante la travesía, nuestro capellán, pasó su tiempo, como la generalidad, deseando vivamente llegar al término de la jornada, para pisar tierra peruana, batirse, y vencer o morir, a los enemigos de su patria. Al fin, llegó el ansiado 2 de Noviembre; a la hora convenida se inició el desembarco y desde que él principió, todo el mundo, pudo ver al padre Madariaga, en medio del fuego, de pié en la proa de una de las lanchas con un Cristo en la mano derecha, desafiar al peligro y con arengas adecuadas a la tremenda y difícil situación en que se encontraba; alentar a la tropa para que altivamente cumpliese con su deber. ¡Era, hermoso, ver a aquel joven franciscano, desafiar impávido la muerte; y en medio de aquél diluvio de proyectiles absolver a los moribundos, y sobre todo, con frases de fuego, llenas de ardoroso patriotismo, enardecer a nuestros infantes y lanzarlos contentos a morir por Chile, por su religión y por su fe! “No hay que aflojar un punto, hijitos, les decía a los soldados, que al que muere por su patria, Nuestra Madre del Carmen y San Francisco, les abren de par en par las puertas del cielo! Ego te absolvo, le gritaba a los moribundos, y con su Cristo los bendecía, les perdonaba sus culpas! Por desgracia la vida de aquel patriota se extinguió a causa de unir cruel dolencia contraída en aquella malsana región. El ejército lloró a su caritativo capellán; Chile entero se asoció a la honda pera que causó su fallecimiento el 2 de Febrero de 1880.
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