Cuando a tu paso tropieces
con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL
79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas.
Juan 2º Meyerholz,
Veterano del 79
Condecoraciones
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Natural de Valparaíso
Hijo de Joaquín Thomson y doña Manuela Porto Mariño Rey
Ingresa a la Academia Militar de Santiago en 1851.
Ya en la guerra contra España es promovido a Capitán de Corbeta por su
participación en la captura de a Covadonga.
En la guerra del Pacífico, el Capitán de Fragata Thomson era quien
comandaba la Corbeta Esmeralda.
Al planificar el asalto al Callao, el contralmirante Williams Rebolledo
creía que era una parte fundamental en su plan y lo saca del mando de la
Mancarrona para llevarlo al norte, dejando en la nave de madera a
comandante Arturo Prat Chacón.
Se le dio el mando del Abtao, el cual debía ser convertido en brulote,
para ser quien se inmolara haciendo estallar su nave para hundir a las
naves enemigas, plan que falló por no encontrarse estas allí.
La gloria se le escapaba día a día.
Se le confía e mando del monitor Huáscar, capturado el 8 de Octubre de
1879 en las costas de Mejillones en la batalla naval de Angamos.
Le tocó dirigirse a Arica el 24 de Febrero de 1880, a reemplazar en el
bloqueo al comandante Latorre, que en el Cochrane hacia tres meses. Un
trabajo monótono y sin acción.
Era una nueva oportunidad y a definitiva de obtener un nombre en la
historia y que tanto buscaba. Enfrentarse al Manco Cápac y las baterías
del Morro eran los enemigos a vencer.
Vicuña Mackenna, el narrador de las glorias nos habla del fin "Por lo
demás, el memorable combate naval del 27 de Febrero de 1880 en las aguas
de Arica, tan digno de ser recordado por su bravura como por su
imprudencia, es conocido de todos y no encuentra larga cabida en esta
relación sucintamente biográfica de su caudillo. Será suficiente por
ahora recordar que, por tres veces sucesivas en siete horas, Thomson
acometió a los fuertes de tierra de Arica, que montaban veinte cañones,
y al monitor Manco Cápac que salió a retarle una milla afuera de su
ancladura. Y cuando con una maniobra tan hábil como atrevida iba de
seguro el comandante chileno a cortar a su adversario en su retirada o a
echarlo a pique, una bala esférica de cinco quintales de peso (500
libras) disparada a 200 metros de distancia, por el último, cortó en dos
mitades el cuerpo del héroe, arrebatándole de la diestra la espada que
fue a enclavarse en el puente de la nave victoriosa.
Fue así tan súbito y tan tremendo el golpe mortal, que ni siquiera el
lampo de la agonía llegó a imprimirse en el rostro ileso y hermoso del
capitán inmolado a su bravura y a su índole. “El semblante del heroico
muerto, decía a este propósito, inspirándose en la relación de los
testigos de vista, uno de sus biógrafos de la primera hora, rostro
blanco, ovalado, hermoso y altivo, tipo acabado del Norte, había,
quedado plácido, risueño y entero. Según el marinero Alfredo González,
hijo de Santiago, que echó sus restos dentro de un barril, ataúd
improvisado del mar, el comandante Thomson solo había recibido una leve
lesión en la oreja derecha, y esto tal vez explica su dulce sonrisa y
sus ojos blandamente entoldados sobre el profundo lapislázuli de su
órbita. El héroe había muerto sin dolor humano”.
Por Mauricio Pelayo González
Un hombre solo muere cuando se le olvida... |
Los Mutilados
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